miércoles, 6 de agosto de 2008

PUNTA DE PECHO (1)


El borracho de Dante y Primavera *


Los muchachos de la luz en su locura
coagulan lo que tocan,
agrian la miel hirviente.


Dylan Thomas

El padre debe morir antes que el hijo, digo
e inmarcesible lo asaltaron los despojos
Aquel seco de caña es el líquido tiempo baldío
Su barba contra el espejo, su niñez tras las etiquetas.


Apura la copa del ahogo a su encuentro, habla para nadie
la familia retratada de cuaresma, su puta y torrenteras
el abuelo salobre de sombras en el sagrado aserrín
su sed cruza la calle blandiendo el sol en estallidos.

Soy el niño tatuado a la mirada del ebrio a contraluz
He visto esa silueta desde que el día lo lame de postemillas
El perfil, su barbilla anclada al cocido de sus tantos yoes
La eternidad es el aguardiente de savias que lo inyectan eréctil
Quién sabe de la daga que enhebra así los retratos de ella.

Traga su arpón de espumas, los conchos memorables,
el hálito de aguajes, el otro día de púas y electrodos impunes.
Padres e hijos y otras aguas, sangres y vasos tras de ti
Se cuenta de mujeres y amores muertos, de hazañas llorando
a cadáver, se apura el resto, la botella de arenisca.

Y al amanecer uno prohibe que la luz dé al corazón
su hado al joven que observa desde la miesmedad el te amaré.
Y cuánta sabiduría tantálica, la barra justicia a ojo mojado
Malaguas del alongado cuerpo complacido de las llagas.

Bares como las naves encalladas al honoris causa
el refugio eterno, mirada que teme al mortal reflejo
tiembla el tacto, las sedes del acoso, indomables
en la barra el yonque luce su aguarrasada eternidad y
sus huesos sin dientes abren sus labios al agua del fuego.


* Del libro Maestranza, 2007. Eloy Jáuregui