viernes, 15 de agosto de 2008

JULIO HEVIA: LENGUADOS Y LENGUAJES

HABLA JUGADOR

Así se llama el libro: “¡Habla jugador!”. El jueves junto al Dr. Óscar Quezada lo presentamos en la Feria del libro. Es un constructo de aquello que todos usan y a nadie le importa. El habla. La lengua. Esa oralidad que nos corre por las venas. Entonces, usted, estimada señora, dirá qué quién es uno para que en el sello Tauros de la editorial Santillana publica un libro de 354 páginas sólo para diseccionar eso que nos hace distintos y diferentes. Uno es quien habla. Uno es su habla. Uno es su lengua. Lo otros son cojudecez.
Las palabras existen incubadas a su ADN y se clonan. Julio Hevia las observa, explica y ‘juega’ con la polisemia más densa de su estructura oculta: la jerga atravesada por el argot. Esa urdimbre proscrita cuando escrita. Este libro es el primer tratado serio de la ironía del habla.

Así, estimados lectores, lengua no viene de lenguaje sino del lenguado, ese pez en blanco y negro coloreado por los imaginarios y deslizándose en las turbias aguas de los signos académicos, los vocablos marginales y los significados nodales. El giro y el jirón, la jerga y su ardor.

El tejido hablado tensado por la erección del decir. Así es un texto que revisa la obviedad del pronunciamiento e ilumina el reflector apagado, imaginado por la erótica de las páginas negras. Ese alfabeto del instante conectivo eternizado por el enunciar y el denunciar. Texto de textos, este libro. Lenguas sin menguas, su lectura.

No es cherry. Es un elogio a la geografía del decir. Dublín es Joyce. París es Balzac, Nueva York es Capote. Lima es Reynoso. Surquillo es Jáuregui. El maestro Julio Hevia es ese universo de la lengua babeante. Un escalpelo para cortar por lo sano. Un cicatrisista del vacío del valor auditivo. En su glosario (de su madre) escribe y describe: “yesterday”, igual a cigüeñal, idéntico a ciruela, similar a sida.
Pero aclara que no es una de Los Beatles. Eso es memoria. Lo suyo es torería. El arte de driblear lo imposible. La puñalada de Calatayud vestido de crema. No joroben. Es libro de antología para su analogía imperecedera. Julio es de Jesús María. De allí son los cantantes. Y cierto, los maestros como él. Y no soy fiel.