lunes, 11 de mayo de 2009

MALABARES EN TACO AGUJA / Josefina Barrón


BARRÓN Y CUÁNTA YEGUA [*]

Escribe Eloy Jáuregui

Josefina Barrón, tengo que decirlo ya y por última vez, y repetirlo rotundamente, no es Simone de Beauvoir, tampoco es Flora Tristán, y mucho menos Chabuca Granda. Por su género, advierto, ¡Vaya que, no es mujer sino, un mujerón! No es una dama más bien, una lady, pero una lady de letras, de intelectos, ¡ah! y sin la teta asustada. Que la leo hace tiempo, no duden por favor, la leo. Y que la conozco mucho más, también. Porque su aroma a femme lúcida --¿Existen?-- me atacó en una cena donde estaban todas las mujeres inteligente del país menos –y gracias a Dios--, Keiko fujimori. Que es obesa, pero le pesa más el cerebro.


Digo como otros que me envidian, que Josefina está para ser nuestra mamá, nuestra amante, nuestra escritora de cama más que de cabecera. Josefina Barrón es algo parecido a un ser divino adivinado en un diván, es escritora. De esas escribientes que se ponen regias por la noche –en el día van a Wong--, perfumes detrás de la oreja de Van Gohg o de Van Wong, y agarran lap top, apagan su black berry, abren su vino recomendado por la Cristina Valerino, miran la pantalla, apuntan a nuestras corazones con sus dedos erectos y…nos sacan la mierda. Cierto, escribiendo.

Hace unos días, escribía en mi columna de La República que es dramático en mujeres ser políticas e inteligente. Eso. Inteligencia versus animal político. En el caso de las damas hice un listado de aquellas con las que pudieran ser compatibles para conversar y para aullar. El orgasmo conversado, que así le dicen y ya saben dónde. A saber, repito aquel rol: Beatriz Merino, María Rostworoski, Beatriz Boza, Denisse Arregui, Cecilia Blondet, Claudia Llosa, Coca Yáñez, Sonia Goldenberg, Natalia Iguíñez, Sofía Macher, Rosa María Palacios, María Teresa Quiroz, Mabela Martínez, Marisa Giulfo, Matilde Kaplinski, Sandra Bernasconi, Carmen María Pinilla y, remataba este menú, con Josefina Barrón ¿Sigo? No. [Las que no están en la lista, al final hablamos].
Y existen otras tantas peruanas de magín y talento. ¿Usted las computaría junto a las parlamentarias Karina Beteta o Luisa María Cuculiza? Imposible. Esas tienen brillantez, estas, las últimas, full acacamiento, termino acuñado por nuestra star book, o como son clasificadas las inscritas en ese canón del libro de Josefina.


He escrito de mujeres toda mi vida. En venganza porque mi padre me inscribió con ese nombre en la Municipalidad de Sullorqui. Mi madre, adiposa más que edípica, es de las primeras. Es mi lorna porque me quiere. ¡Ahhh! Las madres, ya viene su día, Ya vi los paneles de Saga. Qué mamacita esa mamá con chullo. Las madres, decía, por más que tengan un hijo mongo –monse se decía en mi época y en mi épica-, siempre diran que su hijo o hija o marica o lesbi, es un encanto.
He leído a mujeres embarazosas por su prosa diarreica. [Ojo no las mencionaré. A una dama ni con le pétalo de mi látigo]. Otras, por sus versos en reverso. Algunas fueron víctimas de mi bisturí analítico, y solo para mandarles flores virtuales en el Chat. Y otras, han pasado por mis ojos --, Alessandra Rampolla, la chanchis del orgasmo mediático como diría el Dr. Nakasaki—como este servidor por las hojas de sus sábanas negras. Ya parece bolero.
Con Josefina Barrón no. Su escritura es mi envergadura. Mujer dura, escritora de carácter, ha parido este libro: Malahaberes ¿Perdon? Malabares en taco aguja. Texto para el asunto del sexo escrito. Ustedes sabes que hay sexo escrito como el otro, el sexo oral.

Del libro

No es texto de Autoayuda. Sino de mutuo ayuda. Ya lo explica Javier Echevarria que sabe de estructuras, como Josefina de escritura y yo de arrechuras. No, no es un monólogo de la página que de la vagina. Yo que ella, cierto, lo hubiese titulado “Malhaberes de mujeres en estado de aguja”. Pero no me apellido Barrón. Soy cobrizo porque no cobro frecuentemente en esta editorial donde me sustrajeron mis derechos de autor por mis obligaciones de deudor- y digo, que me encanta leer Hola, Cosas, Caras, Luna, Eva y todos aquellos manuales para ser infieles más que infelices.
Libro escrito por mujer es liebre más que libre. La China Tudela o la Corin Tellado de la novelas para el hígado y no para el corazón, le hizo un prólogo tipo proctólogo. La china está vieja, pero es sabia. En “Eisha”, donde tiene jato y gato, descubierta en un Tiempo de Viaje de Rafo León, obligó al escritor a cambiar el nombre del programa por "Tiempos de Vieja". Cierto la China Tudela ya está tía y la ahora le dicen, como en mi tiempo, Leche Enci. No tiene tarro.

El libro de Josefina es una travesía por sus formas, escribales. Anoche en un 'depa' de San Isidro. Ella se ve en el espejo, suspira, transpira, se toca sus partes, parte sus partes matrimoniales, se pone gata, se pone pata, se pone luminosa, otra mirada en el espejo, se enamora con demora, con mora, sin moral, con moralina, sin chalina, y hecha la chilindrina, alucina. Ahora se sienta [todas se imaginan que ya la hace. No, se huevearon], Josefina afina su metaidea, relincha y, finalmente, escribe: Las perras (humanas) también se vacunan. Así describe su palta que es su malta. Para ponerse Oso y/o osa con ser una diosa. Que lo es. Entonces, como Josefina es culta, agarra biblioteca, como otras chapan discoteca.
Y quién puede prohibir a una mujer madura que agarre mojadura cuando veo o huele a Cristian Mayer. Ya pues. Déjenlas. Que cada quien cuide su entierro, que imposibles no hay como decía Don Quincas Berrido Da Agua, personaje memorable del memorable bahiano, Jorge Amado.

En el siguiente round. Josefina barrón habla de nosotros, Los aún hombres, Hay que ver sus epígrafes, son como esa miradas del de la heladería 3-D. Allí donde a uno lo sapean como un bicho raro por el pincho, cierto, helado. Ellos salen del closet. Josefina raja, nos desnuda, nos pone en 4X 4, como al presidente Lugo, que fue sacerdote y siempre paraba en Paraguay, nos dice en la cara: “Lugo tuvo corazón, pero no uso condón".


Josefina no desafina. Los hombres, que las ponen al hombro, somos aquellos que como Jean Baudrillard, mi maestro en su tratado “Cultura y simulacro”, somos transexuales más que metrosexuales. Así, en el episodio “Diálogos entre el estrógeno y la testosterona", es decir, los hermanas de las hormonas, habla de la eficacia de nuestro jugo especial. El juguete, el zumo de nuestro ADN y de nuestro DNI. Estado civil. Estado de sitio. Golpe de Estado. “Amor estoy en estado”. Josefina en esta pose, define la metafísica de la leche de tigre.

En el pasaje 5 y medio “Te entrego mis escritillas”, la escritora, Josefina, demuestra que esta prohibido coitear con tabas. En el capítulo 6. Ellas, las Oh diosas ¡Qué concha, son inteligentes y todavía son guapísimas! –Hace años que es publico mi romance virtual con Almendra Gomelsky. En el Chat, dice, ella se hace llamar "Chochita" y yo me pongo como el zorro, la chapa “El negro kión”. Digo que ella, entre las guapas, escribe, y que bien escribe. De eso ya trate en mi tratado de Corín Tellado o por qué las mujeres no tiene pene y solo se llaman Penélope.
En el sétimo: No fornicar. Hay empates (la sonrisa vertical en posesión horizontal) Josefina declara que ese es en realidad el texto mandamiento.

Finalmente hay un cherry al bolero del “Blogeame otra vez” pero blogeame más rico. Y entre Rafo león y ella, dicen a coro: “Somos como las vacas”. Y yo digo: ¡Que lecheros somos!

Señores y señoras. Damas y caballeros Malabares en taco Aguja es un libro para leerlo con una sola mano. Me felicito más que me excito por esta penetración ante ustedes. Que se dé en el Día de libro, en que Dios estuvo lujurioso, que la libido y que todo lo vivido nos convierta al josefinismo-marinismo, como yo fui iniciado en el barroquismo. Eso se lo debemos a esta mujer, que por todo ello y gracias al Divino, no es hombre.
[*] Texto leído en la presentación de "Malabares en taco aguja en la Universidad Católica. Abril 2009