El resultado fue triste y patético, y Lessing creció áspera y agreste, moldeada por una mentalidad de frontera, de límite del mundo. Soñaba con escapar de allí, y Europa, o más bien la desconocida madre patria, Gran Bretaña, era el mítico lugar del origen en el que estaba afincada su idea de salvación. Y hasta allá llegó para quedarse hasta hoy.
Doris Lessing es, ante todo, una escritora política, aunque no solo eso. No porque sus libros tengan un mensaje político -no es así-, sino porque tienen un profundo significado político. Ha sido toda su vida una activista cuestionadora y nada ingenua. La brutal segregación racial de la que fue testigo directo, el auge de la ilusión comunista que fue el signo preponderante de su tiempo tras la derrota de Hitler, la fe en el estalinismo de la que abjuró con genio visionario, podrían hacer pensar que su obra solo gira en torno a las grandes cuestiones políticas que marcaron el siglo XX. Pero Lessing no es una escritora (como todos los grandes) a la que se pueda encasillar con tanta facilidad.
EL CUADERNO DORADO
Aun así, como lectora, debo decir que su lectura (como la de casi toda su obra temprana) para mí fue una experiencia de asombrado reconocimiento, de íntima y liberadora incomodidad.
"¿Por qué está usted aquí?", le pregunta a la protagonista del libro su psicoanalista. "Porque he tenido experiencias que deberían haberme conmovido y no lo han hecho", responde Anna. Esa es Doris Lessing, escéptica, brillante, insoportable.La Academia Sueca, en una de las decisiones “más reflexionadas” que haya tomado jamás, galardonó a la autora de El sueño más dulce (2002), por ser “una narradora épica de la experiencia femenina, que se propuso analizar con escepticismo, pasión y fuerza visionaria una civilización fragmentaria”.
La escritora recibió la noticia cuando se encontraba de compras por las calles de Londres. Al llegar a su casa en taxi, vestida con una vieja falda y una chaqueta desteñida, fue abordada por decenas de periodistas a los cuales respondió alegre e irreverente: “Este premio se suma a todos los malditos premios que me han dado durante 30 años”.
Llevaba en los brazos un ramo de flores y una tarjeta. Se mostró, como siempre, lúcida y combativa, al sentarse a conversar con los medios en los escalones de la entrada de su modesta casa.
Con una sonrisa que no la abandonaba, por momentos parecía que las lágrimas surcarían las incontables arrugas de su rostro. Luego, pidió un trago de ginebra y agua tónica, que inclusive hizo oler a uno de los reporteros para que comprobara que no se trataba de “agua insípida”.
Escalera real
Doris Lessing, quien cumplirá 88 años el 22 de octubre, dijo que el Nobel es “es una escalera real”. En declaraciones a la BBC, la escritora reiteró que estaba muy contenta porque el premio llegó antes de morirse.
“No le pueden dar el Nobel a un muerto, así que creo que probablemente pensaron que era mejor que me lo dieran. Y ahora, va a haber un montón de flores y discursos”, agregó.
La galardonada con el Nobel 2007 –quien fue militante del Partido Comunista británico del que se separó en 1956 tras la represión de la rebelión húngara– ha sido comparada frecuentemente con la francesa Simone de Beauvoir por sus ideas feministas.
El cuaderno dorado (1962) es su obra emblemática. En este libro narra, en forma de diario íntimo, la historia de una escritora de éxito. En contra de la voluntad de la autora, este relato se convirtió en una biblia para las feministas a las que ella misma, sin embargo, ha criticado con severidad.
Cuando Lessing se mudó a Londres hace unos años dejó atrás a dos maridos y abandonó dos hijos. En varias de sus entrevistas ha dicho que nunca le interesó ser un icono del movimiento feminista, el cual ha producido, según ella, “algunas de las personas menos autocríticas que jamás he visto.
“Es hora de que nos preguntemos quiénes son en realidad esas mujeres que constantemente denigran a los hombres. Las mujeres más tontas, más ignorantes y más horribles pueden criticar a los hombres más entrañables, amables e inteligentes, y nadie dice nada. Los hombres parecen estar tan intimidados que ya no se defienden. Pero deberían hacerlo.”
“Ahora quisieron dármelo a mí. ¿Por qué les gusto más ahora que entonces? Ellos no le pueden dar el Nobel a alguien que está muerto, por tanto, creo que probablemente pensaron que era mejor dármelo ahora antes de que me escape.
“Ellos cambiaron. Mi obra no. No sé por qué se les ablandaron sus corazones. Lo gané y será muy lindo”, dijo la undécima mujer en recibir el preciado galardón desde que éste se instituyó, en 1901.
Tal vez por el hecho sui generis de haber nacido en Irán, de padres británicos y haberse criado en el continente africano, Doris Lessing decidió plasmar en su literatura tanto los lugares fantásticos que pueblan su mente, como sus convicciones políticas y sociales: la lucha contra el apartheid, el anticolonialismo y la crítica de la vida tradicional británica, entre otros asuntos.
Nació el 22 de octubre de 1919 en Kermanshah, Persia (actual Irán), donde su padre, el oficial colonial británico Alfred Cook Taylor trabajaba para el banco de aquel país. Cuando cumplió tres años, su familia se instaló en Rhodesia del Sur, actualmente Zimbabwe.
Su madre, una enfermera de familia escocesa e irlandesa, se encargó de que a su hija nunca le faltaran libros infantiles, para que no se aburriera.
Básicamente, Doris fue autodidacta, dejó una escuela religiosa a los 13 años porque no se adaptó a ese estilo de enseñanza, y se puso a trabajar como niñera y recepcionista.
En 1939 se casó con Frank Charles Wisdom, y se divorció en 1942; dos años después contrajo matrimonio con Gottfried Lessing, un inmigrante judío alemán.
Luego se separó de Gottfried, cuyo apellido mantuvo, aduciendo que “el matrimonio es un estado que no me conviene”, pero tuvieron un hijo, Peter, con quien vive en las afueras de Londres.
La primera novela que publicó, Cantar la hierba (1950), tuvo tal éxito que le permitió dejar su empleo de secretaria. Se trata de una crítica a las políticas de segregación racial en Rhodesia, país que había dejado un año antes para radicar en Londres, donde escribió una serie de relatos autobiográficos. Fue integrante del Partido Comunista Británico hasta la llegada de los soviéticos a Hungría. No obstante, confiesa ya no sentir simpatía por algún movimiento político.
Luego de que su libro El cuaderno dorado se convirtió en un clásico del feminismo, los intereses de Lessing se enfocaron al misticismo, debido a la influencia del maestro sufí Idres Shah, quien sostiene que la evolución de la consciencia individual está conectada con la evolución de la sociedad.
A partir de 1979 Doris abordó el tema en una serie de ciencia ficción: Canopus in Aarhus: Archives. Más allá del género, pero siempre con la interrogante acerca de la existencia de otros mundos, escribió Los matrimonios entre las zonas tres, cuatro y cinco (1980) y El experimento sirio (1981). En 1995 publicó el primer tomo de su autobiografía, Dentro de mí, aunque desde antes se había colado a la selecta lista de aspirantes al Nobel. Al comenzar el año 2000 atacó al régimen dictatorial de Robert Mugabe, presidente de Zimbabwe, por lo que fue declarada “indeseable” en aquel país.
Lessing nunca calla cuando denuncia u opina acerca de lo que le parece incorrecto. Hace unos meses calificó a Benedicto XVI de “un poco estúpido”, luego de que el pontífice dijo que Mahoma sólo trajo al mundo cosas malas e inhumanas porque pretendía extender su credo con la espada. Lessing sostuvo que “el Papa ha sido un poco estúpido al decir esto. No ayudó a nadie. Él no es un político”.
La escritora también se ha interesado por Afganistán, desde el comienzo de la guerra de Estados Unidos con ese país. En los años 80 publicó un libro en el que relata las condiciones de vida del pueblo afgano: El viento se llevará nuestras palabras. Ha tildado de “sanguinario” al presidente George W. Bush por los, a su parecer, innecesarios bombardeos sobre ese país, y luego de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, expresó: “El mundo se enfrenta a una guerra larga que no puede tener un final fácil”.
La también dramaturga ganó en 2001 el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y el jurado de ese galardón la definió como una “apasionada luchadora por la libertad”. El premio Nobel, dotado con cerca de 10.8 millones de euros, sorprendió a Lessing, como siempre, escribiendo. Su novela más reciente, La grieta (que se publicará en español a fin de año) presenta un mundo mítico, habitado sólo por mujeres. “Adoro contar historias”, dijo Lessing ayer a manera de rúbrica y promesa de que hasta el último aliento permanecerá fiel a su compromiso con las letras.