EL COITO ESCRIBAL
La narrativa, sin embargo, se halla en una esfera un tanto diferente de las demás artes. Su medio es el lenguaje, y el lenguaje es algo que compartimos con los demás, común a todos nosotros. En cuanto aprendemos a hablar, empezamos a sentir avidez por los relatos. Los que seamos capaces de rememorar nuestra infancia recordaremos el ansia con que saboreábamos el cuento que nos contaban en la cama, el momento en que nuestro padre, o nuestra madre, se sentaba en la penumbra junto a nosotros con un libro y nos leía un cuento de hadas. Los que somos padres no tendremos dificultad en evocar la embelesada atención en los ojos de nuestros hijos cuando les leíamos un cuento. ¿A qué se debe ese ferviente deseo de escuchar?
"Pienso que el arte es como el sexo, si no te relajás no disfrutás"
Además de ser el presidente del jurado del Festival de San Sebastián, Auster exhibió "La vida interior de Martin Frost", su cuarto film como director. El norteamericano confesó que no usa computadoras para escribir y que su próxima novela ya está lista.
Además de ser el presidente del jurado del Festival de San Sebastián, Auster exhibió "La vida interior de Martin Frost", su cuarto film como director. El norteamericano confesó que no usa computadoras para escribir y que su próxima novela ya está lista.
Paul Auster ha dicho: "Un libro nunca ha evitado que una bomba caiga sobre civiles inocentes en el fragor de una guerra. Hay quien cree que una apreciación entusiasta del arte puede hacernos realmente mejores: más justos, más decentes, más sensibles, más comprensivos. Y quizá sea cierto; en algunos casos, raros y aislados. Pero no olvidemos que Hitler empezó siendo artista. Los tiranos y dictadores leen novelas. Los asesinos leen literatura en la cárcel. ¿Y quién puede decir que no disfrutan de los libros tanto como el que más?
En otras palabras, el arte es inútil, al menos comparado con, digamos, el trabajo de un fontanero, un médico o un maquinista. Pero ¿qué tiene de malo la inutilidad? ¿Acaso la falta de sentido práctico supone que los libros, los cuadros y los cuartetos de cuerda son una pura y simple pérdida de tiempo? Muchos lo creen. Pero yo sostengo que el valor del arte reside en su misma inutilidad; que la creación de una obra de arte es lo que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta, y lo que nos define, en lo esencial, como seres humanos. Hacer algo por puro placer, por la gracia de hacerlo. Piénsese en el esfuerzo que supone, en las largas horas de práctica y disciplina que se necesitan para ser un consumado pianista o bailarín. Todo ese trabajo y sufrimiento, los sacrificios realizados para lograr algo que es total y absolutamente… inútil.
La narrativa, sin embargo, se halla en una esfera un tanto diferente de las demás artes. Su medio es el lenguaje, y el lenguaje es algo que compartimos con los demás, común a todos nosotros. En cuanto aprendemos a hablar, empezamos a sentir avidez por los relatos. Los que seamos capaces de rememorar nuestra infancia recordaremos el ansia con que saboreábamos el cuento que nos contaban en la cama, el momento en que nuestro padre, o nuestra madre, se sentaba en la penumbra junto a nosotros con un libro y nos leía un cuento de hadas. Los que somos padres no tendremos dificultad en evocar la embelesada atención en los ojos de nuestros hijos cuando les leíamos un cuento. ¿A qué se debe ese ferviente deseo de escuchar?
Los cuentos de hadas suelen ser crueles y violentos, describen decapitaciones, canibalismo, transformaciones grotescas y encantamientos maléficos. Cualquiera pensaría que esos elementos llenarían de espanto a un crío; pero lo que el niño experimenta a través de esos cuentos es precisamente un encuentro fortuito con sus propios miedos y angustias interiores, en un entorno en el que está perfectamente a salvo y protegido. Tal es la magia de los relatos: pueden transportarnos a las profundidades del infierno, pero en realidad son inofensivos".
Y ahora Auster se pasea por las calles de San Sebastián como uno más. Quizá recuerda aquel viaje que, como turista, hizo cuando tenía 18 años y todavía no había comenzado a estudiar en la universidad. Cerca del hotel María Cristina, donde se alojan los invitados, Auster anda con su camisa gris, sus lentes oscuros y su pantalón claro. Se mueve solo, acompañado. Parece darle igual.
El escritor estadounidense ("La noche del oráculo", "Leviatán") es presidente del jurado del Festival, y también director de "La vida interior de Martin Frost", su última película, que participa de la Sección Oficial pero está fuera de concurso. Tiene mucho que hacer Auster en Donostia: reuniones con el jurado, encuentros protocolares y notas con la prensa, además de la obligación de ver las películas en competencia. Y el hecho de haber traído su propio film, le suma una ocupación adicional, la de defenderlo.
"Puedo hacer todo, no es imposible. Y por si fuera poco tampoco me pierdo los platos más deliciosos que he disfrutado jamás. Esas comidas las he probado aquí", dice."La vida interior..." es la cuarta película que tiene a Auster detrás de la cámara. Las anteriores fueron "Smoke", "Blue in the Face" y "Lulu on the Bridge". "Ha sido una de las experiencias más grandes de mi vida hacer esta película". El film quizá sea el que más tiene que ver con Auster como escritor. Narra la historia de Martin Frost (David Thewlis), un autor que, luego de publicar su última novela, necesita descansar. Entonces se instala en la casa de unos amigos. De repente, siente que encuentra la idea para un nuevo relato, y empieza a volcarlo en el papel. De la nada aparece Claire (Irene Jacob), que dice ser la sobrina de los dueños de casa, y funciona como musa inspiradora de Martin."Quería contar la historia de un hombre que crea un relato, mostrar cómo piensa un escritor.
Es una película que habla de la imaginación y del proceso creativo, y de cómo el escritor vive dentro de lo que está creando. Hay una parte real y otra que es la historia, y se crea una ambigüedad bastante grande". Claire, el personaje de Jacob inspira a Martin Frost. Pero su existencia se extingue a medida que el escritor avanza hacia el final.
Existen las musas y es cierto que el amor inspira a los artistas. Yo no sé si habría hecho todo mi trabajo si no hubiera estado con Siri (Hustvedt, también novelista). Es mi amor, mi compañera, la persona con la que comparto todo", asegura el escritor, que en la película también dirige a su hija Sophie (ya había aparecido en "Lulu on the Bridge"). "Es nuestra pequeña joya, ya veremos hacia dónde va su carrera", afirma como padre.
¿Influyó su pasión por el cine en su trabajo como escritor?
Siempre amé el cine, pero no creo que esto haya pasado. ¿Cuáles son las diferencias entre filmar y escribir?Cuando escribís pasás la mayor parte de tu vida encerrado en una habitación. Para hacer cine hay que salir de esa habitación y trabajar en equipo. El escritor está sentado siempre, mientras que el director trabaja de pie. El cine me da la posibilidad de buscar esa otra parte de mí.
¿Dirigiría una gran producción?
No creo que me llamen de un estudio. Además, a mí me gusta trabajar así, me da libertad. Yo no soy un director de tiempo completo, no es mi ocupación principal. Entonces, si lo hago, que sea así, como yo quiero.
¿La crítica lo trata mejor con la literatura que con el cine?
Hay de todo. Los que tienen espíritu negativo cuentan con mucha más facilidad para destruir. Creo que el arte es como el sexo, si no te relajás, no disfrutás. Esto sirve para algunos críticos, gente enojada que usa su poder para destruir.Auster, que no usa computadora ("Escribo a mano y luego lo paso en la máquina de escribir"), dice que no tiene planes para una próxima película y adelanta: "Acabo de terminar una novela y estoy por comenzar con otra, así que pasaré otra vez mucho tiempo encerrado solo, en mi habitación".