MARILYN
La fotografió Bert Stern para la revista Vogue, seis semanas antes de morir. Cuentan que había unas botellas de Dom Pérignon, una suite -la 261 del Hotel Bel Air- y un cuerpo desnudo que era luz en el objetivo. La mujer que entornaba los ojos, la del lunar cerca del labio y el pelo rubio platino que siempre llegaba tarde, aparece con un pañuelo de rayas y una cicatriz en el costado. Un pecho más pequeño que el otro y más caído, algunas arrugas marcadas, el paso del tiempo y un costurón grande y bien visible.
Era, sigue siendo, el mayor mito sexual de la Historia.
Hoy la hubieran retocado con Photoshop.
Era, sigue siendo, el mayor mito sexual de la Historia.
Hoy la hubieran retocado con Photoshop.
Imagen de Bert Stern.